Por Gastón Gómez, escritor bestia
De la obra Narraciones Ecológicas (2020)
Somos luz. El ying. En el caso de las
hembras paradójicamente iluminamos más que los machos, a pesar de no
poder volar. ¿Es que acaso volar es el anhelo de todo insecto? No lo sé,
pregúntenle al ciempiés. En el caso de los machos nuestra esperma es lo
que en películas malas de ciencia ficción han bautizado como
cryptonita; ahí radica nuestra bioluminiscencia. Existimos en forma de
más de 2000 especies. El fotomestizaje es ineludible. Follamos, follamos
y no nos cansamos de follar. Poseemos un dimorfismo sexual severo.
Quizás por eso follamos tanto. Quizás no. No lo sé, ni me interesa, pero
me gusta, ¡me encanta! Si la luz que generamos se situara en nuestras
cabezas más que en la cutícula ectodérmica ubicada en la parte inferior
del abdomen, créanme, pero ¡por favor!, ¡créanme luciernagues!, el
cuento sería diferente.
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